El 19 de septiembre es una fecha que los mexicanos no podemos olvidar. Hace 35 años, en 1985 un temblor de escala 8.1 sacudió a varios Estados de la República Mexicana; pero principalmente a la Ciudad de México. El epicentro se registró en el océano Pacífico; entre Michoacán y Guerrero. Mientras tanto, en 2017, la naturaleza volvió a sacudirnos, esta vez fue en la escala de 7.1, el epicentro se ubicó en los límites de Puebla y Morelos; de igual modo que en el terremoto del 85, la ciudad de los capitalinos fue la más afectada. (Mario Andrés Landeros, 2017)
El número de afectaciones fueron muy diversas, en 1985 hubo más gente desaparecida, sin hogares, sin empleos y 10,000 muertes confirmadas, mismas cifras fueron proporcionadas por el trabajo periodístico y no por Protección Civil, ya que éstas eran de 6,200 fallecidos.
Las afectaciones estructurales fueron de 252 edificios derrumbados y 165 dañados. Al día siguiente, se reportaron réplicas superiores a los 7 grados.
En 2017 los datos fueron diferentes, las muertes confirmadas por la Secretaría de Gobernación (Segob), fueron de 362, los edificios colapsados fueron de 40 y 11,500 inmuebles dañados. (Excelsior, 2017).
Misma fecha, tragedias similares, pero tiempos distintos. Hace 35 años, los medios de comunicación que de primera mano informaron a la audiencia eran la radio y la televisión. Jacobo Zabludovsky fue un importante portavoz y cronista de aquella catástrofe ambiental. La ayuda humanitaria no se hizo esperar y vio el surgimiento de “los Topos” que se conformó de un grupo de voluntarios que trabajaron coordinadamente en las acciones de búsqueda y rescate de las víctimas. Este grupo de personas siguió reclutando voluntarios; es así, que en catástrofes y desastres naturales, ellos acuden ante emergencias nacionales e internacionales (Topos).
Ahora ubicados en 2017, las redes sociales, jugaron un papel importante para ejercer el periodismo ciudadano, contribuyó a la convocatoria para la ayuda humanitaria,a pronta localización de víctimas y se atestiguó la solidaridad de los civiles ante la emergencia sísmica.
Gracias a la información mediática, se han quedado en la memoria colectiva las labores de rescate de la perrita Labrador “Frida” quien ayudó a la localización de 12 personas; actualmente jubilada con honores en el marco del Día Internacional del Rescatista y que actuó como símbolo de la solidaridad ante la tragedia (Gerardo Castillo Soto, 2019).
Sabemos que los desastres naturales y las tragedias ya sean ambientales o causadas por el ser humano son inminentes, existen fuerzas externa que son muy poderosas y que están fuera de nuestro control, las cuales, pueden causar daños irreparables y pérdidas humanas, pero también, sabemos que la fuerza solidaria de los mexicanos es inmensa y que como mexicanos, somos acreedores al título de héroes; ya sea anónimos o mediáticos.
Recordando con honor a las víctimas y reconociendo a nuestros héroes, México no olvida el 19 de septiembre.