Dentro de la idea que tenemos de crear un modelo de negocio que pueda ser sustentable para el estilo de vida que queremos, necesitamos una idea: crear una necesidad social que sea tan consumible que pueda tener un crecimiento orgánico en un principio… pero, ¿realmente qué pasa? Estamos en un mundo tan globalizado y competimos en un mercado tan saturado que generar esa idea genial parece casi imposible, por lo que queremos innovar en medida de lo posible y para realizar esto lo que necesitamos es inspiración.
Detrás de cada gran obra de arte, detrás de cada gran negocio, detrás de toda gran idea, está la inspiración ¿cierto?
La inspiración es un proceso importante, pero, también depender de ella puede ser tu perdición. No me malinterpreten, ciertamente es valiosa, pero no indispensable, y voy a explicar el porqué de este argumento.
Es normal que inconscientemente conceptualicemos esta relación de que la inspiración indudablemente te lleve a alguna gran idea, tiene cierta lógica; sin embargo, esto no debería ser absoluto y mucho menos limitarnos si en algún momento carecemos de ésta.
La generación de ideas y la creatividad que uno posee para producir ideas, se tiende a asociar como una cualidad; aunque sería más sano si hacemos a un lado este concepto y lo vemos como el trabajo y desarrollo de un músculo; es decir, una capacidad que podemos desarrollar a través de la práctica, y si bien no puedo negar que algunas personas puedan acceder de manera más sencilla a este estado, no quiere decir que aquellas personas que no tienen esta facilidad de acceso, implique que no la puedan desarrollar.
El cómo desarrollarla, es un proceso donde tenemos que empezar a cultivar y a tomar ideas preferentemente de lo que nos gusta o motiva y a partir de eso, estructurar qué es lo que queremos y cómo lo queremos; es ese proceso donde vamos a tomar algo que nos gusta y encontrar una posibilidad, una alternativa, una variable que la haga ser mejor, más eficiente, más simple, más estética…
Ahora ¿por qué es un riesgo depender de ella?
Esto es muy sencillo: cuando eres un empleado la práctica más recomendable es, una vez que tu jornada laboral termine, asume que eres otra persona, que eres tú mismo; tu trabajo tiende a estar en un segundo plano y aunque puedas tener ciertas responsabilidades post oficina, ya no son tu prioridad. Pero cuando eres dueño de tu propio negocio, esta línea en ocasiones es muy delgada o inclusive nula, por lo que en la mayoría de los casos tu negocio es tu vida y aquí es donde la inspiración puede ser peligrosa, debido a que si no sabes trabajar sin ella, hay una gran posibilidad de que no puedas desarrollar dichas actividades laborales o proponer algo innovador.
Entonces, ¿debemos entender que sí es valiosa pero no indispensable?
La inspiración debe ser utilizada como un lujo, tienes que aprender a trabajar tengas o no tengas ganas o disposición, desarrollar tus actividades cotidianas de forma natural y crear una estructura que te sea funcional al momento de trabajar, para que esta “inspiración” no sea indispensable y una vez que puedas realizar dichas actividades, cuando te llegue la inspiración, tendrás esa capacidad de desarrollar tus actividades ya estructuradas de forma más sencilla y posiblemente puedas encontrar una oportunidad de mejora en tu proceso.
Como seres humanos necesitamos cuestionar nuestros límites para así evolucionar, esto incluye la dependencia de ciertos estados mentales para poder desarrollar nuestros negocios, pues como queremos hacer algo diferente, sí seguimos dependiendo de estos conceptos ya establecidos.